Querido lector:
¡Qué caprichoso es el destino! Resulta que esta vez ha decidido que por casualidad te encontraras con mi blog. Probablemente le darás a la flecha de atrás y te olvidarás hasta de que has entrado aquí, pero si por alguna razón decides hacer caso a esa fuerza invisible que te trajo hasta mí, y seguir leyendo, sólo puedo darte las gracias por ser los oídos que me escuchen, y los ojos que me lean. Espero poder llegar a tocarte el corazón, pero si no por lo menos deseo que disfrutes de esta visita. Quién sabe, a lo mejor tenemos más en común de lo que te imaginas, y te invito a que te sumerjas en este mar de letras que te vas a encontrar.

jueves, 23 de julio de 2015

Mi primer amor

Recuerdo como una vez me preguntaste
si te había escrito o si te escribía,
recuerdo también que te respondí que no
que escribir era el consuelo del alma
que sólo escribía a quién me causaba dolor.
Recuerdo que fue entonces
cuando comencé a hacerlo
y no porque me hicieras daño, no
ni para calmar al corazón.
Decidí que te merecías más mis líneas
que cualquiera que me hiciera sufrir
y que cada vez que las leyera
recordara lo que me hacías sentir,
el porqué te amaba
y porqué te sigo amando.
Sí que escribía para calmar al corazón
un corazón que moría de amor.
Y te dediqué versos
intentando decir lo que los labios callaban
lo que el silencio gritaba.
Te dediqué versos
intentando demostrar lo que mi alma sentía
lo que escondía el corazón.
Que pena que no fueses un gran lector...
Porqué después del fin del mundo
te escribí un sin fin de letras,
dejé que lágrimas de tinta mancharan el papel
que fuera mi sangre que me abandonaba
la que diera vida a esas rimas.
Y si hoy me preguntas
si te escribo o te escribí
te diría que exprimiste mi corazón en versos,
que lo dejaste seco
y rebosante de un amor
que quema si no estas
y se vuelve fuego en los dedos
que sin ti sólo saben de escribir.
Escribir, escribir, escribir...
Escribir nuestra historia
presentar mi alma rota
y presentarte como aquel 
que me deshizo en pedazos
porque ¿recuerdas? 
sólo escribo a quién me hace daño.
Y aunque fuiste la excepción que completa la regla
decidiste ceñirte a la norma.
Decidiste hacerme sufrir,
aunque me aferro a creer 
que tampoco querías esto,
convertirte en el alma de la pluma
convertirte en mi musa.
Y hoy muchos te conocen
como el chico sin nombre 
que se esconde detrás de los poemas
Otros se preguntan si eres real
o sólo eres una creación de la imaginación
el espejismo de un corazón que anhela amar.
Pero sólo yo podré dictar cuán real fuiste
y el fantasma que eres.
Si hoy me preguntaras
te daría las gracias
por enseñarme lo que es el amor
por enseñarme también el dolor
por no abandonarme 
al convertirte en inspiración.
Muchos te conocen
como el chico sin nombre
que se esconde detrás de los poemas.
Pero si que tienes nombre,
mi primer amor.

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