Querido lector:
¡Qué caprichoso es el destino! Resulta que esta vez ha decidido que por casualidad te encontraras con mi blog. Probablemente le darás a la flecha de atrás y te olvidarás hasta de que has entrado aquí, pero si por alguna razón decides hacer caso a esa fuerza invisible que te trajo hasta mí, y seguir leyendo, sólo puedo darte las gracias por ser los oídos que me escuchen, y los ojos que me lean. Espero poder llegar a tocarte el corazón, pero si no por lo menos deseo que disfrutes de esta visita. Quién sabe, a lo mejor tenemos más en común de lo que te imaginas, y te invito a que te sumerjas en este mar de letras que te vas a encontrar.

viernes, 1 de enero de 2016

Vértigo

Me siento
como quien camina por el borde
de un precipicio
y sabiendo que puede caer
mira al suelo.
Mira al suelo,
y ve que la caída
sería el no puedo de un suicida
el beso a la vida de un enamorado.
El lado bueno
de quien emprende el vuelo
y tiene alas para mantenerlo.
La adrenalina de quien no teme un tornado
quien ve al tornado como una bailarina
que no se cansa de dar vueltas
sobre sí misma
y se suma al baile.
Se suma al baile
porque prefiere un vals
con la muerte
a correr la suerte que tienen
aquellos que se enfrentan
a su ego.
Me sumo al baile
para juntos ser tormenta
y estar alerta para que nadie
nos pise el ego.
Ni tu a mi
ni yo a ti.
Que con esto de ir
cuesta abajo y sin frenos
me entra miedo,
miedo a que de ser tormenta
la tormenta me alcance
y que nada me salve de volver al suelo.

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